24 febrero, 2012

Hugo Villa: “El costo de la intoxicación puede ser mayor que el costo de control de la contaminación”


Hugo Villa fue médico en La Oroya durante veintinueve años. Es co-autor de un estudio realizado en el Hospital de EsSalud de La Oroya, que el 2005 demostró que los bebés nacían con altos niveles de plomo en la sangre. Trabajó para el seguro social desde antes que la estadounidense Doe Run Company comprara el Complejo Metalúrgico, cuando éste era propiedad de la empresa estatal Centromín Perú S.A. Villa, junto a otros médicos, ha sido testigo de los estragos que ha dejado la contaminación con plomo y otros metales pesados en la salud de los pobladores de La Oroya; y como muchos activistas, médicos y representantes de la sociedad civil que se opusieron a que el Complejo siga funcionando sin las medidas necesarias para proteger la salud de la población, fue amenazado y perseguido por Doe Run Perú. Esta es su historia.

El doctor comenzó a laborar en La Oroya desde la década del setenta. En ese entonces no se hablaba de contaminación ambiental. La emanación de gases tóxicos las 24 horas al día arrojados por la gran chimenea del Complejo Metalúrgico era una realidad que los pobladores tenían que aceptar como normal. Villa comenzó sus investigaciones sobre los peligros de la intoxicación con plomo haciendo un muestreo entre los trabajadores mineros de Centromín Perú quienes estaban expuestos directamente al contacto con los metales pesados. “Era necesario un estudio porque se habían reportado casos de mineros que sufrían parálisis en las manos, problemas respiratorios agudos, problemas de conducta. Con este estudio se determinaron los daños que ocasionaría en el organismo la presencia de altas dosis de plomo en la sangre”, dice el doctor y recuerda que durante sus investigaciones con el Sindicato de Trabajadores de Centromín se encontró con el caso de un trabajador minero al que diagnosticaron demencia luego de haber estado expuesto al plomo por más de una década.

Así comienza una oleada de estudios sobre intoxicación con plomo y otros metales pesados en la población de La Oroya que pusieron en evidencia el terrible daño que podría causar el plomo y otros metales pesados en el organismo de los pobladores. En 1999 se realizó un estudio a 346 niños entre 2 y 10 años de tres localidades: La Oroya Antigua, La Oroya Nueva y Santa Rosa de Sacco, teniendo como resultado que el 99.1% sobrepasaron el límite, considerado como riesgo, establecido por la Organización Mundial de la Salud, con un promedio de 33,6µg/dl microgramos por decilitro de plomo en sangre.

Movido por estos antecedentes y junto a otros colegas pediatras, el año 2004, el doctor Villa decide realizar de forma “clandestina” un estudio de plomo en la sangre a recién nacidos. Se tomó como muestra a unos 93 niños que nacieron el Hospital EsSalud de La Oroya. En este estudio se comprobó que el 75% de recién nacidos tenía entre 6µg/dl y 10µg/dl. “Se trata de recién nacidos que son contaminados mediante la placenta por madres también contaminadas”, dice el médico y añade que estos niños nacen ya con grandes desventajas: “Debido a que su sistema nervioso se ha formado expuesto a la contaminación con plomo, estos niños podrían sufrir de problemas de conducta, hiperactividad, problemas de atención y, está comprobado, que podrían ser adultos agresivos, dice el doctor Villa. Además se comprometen el sistema digestivo y el respiratorio y puede provocar problemas de anemia, trastornos del hígado y los riñones.

Sin embargo, mediante pruebas de plomo en la sangre no se puede conocer la “carga total” de plomo presente en el organismo de las personas. Se deberían complementar los análisis con pruebas de espectroscopía de hueso, en función de que algo más del 95% del plomo que se absorbe en el organismo se deposita en los huesos y se queda entre 25 a 30 años en promedio. “Lo que significa que por más que una persona se retire de la fuente de contaminación o ésta fuente desaparece, o como es el caso del Complejo Metalúrgico, que ha dejado de funcionar, el plomo ya fue absorbido en su momento y va a tardar muchos años en desaparecer del organismo y mientras tanto, puede provocar daños”, dice el médico.

Y no sólo el plomo ha deteriorado el organismo de los pobladores. La exposición a gases tóxicos como el dióxido de azufre sufre con frecuencia de problemas respiratorios, rinitis, enfisemas en el pulmón que pueden devenir en cáncer.

¿Y qué ha hecho el Estado? “Los niveles de plomo en la sangre de las personas persisten en La Oroya debido a que los suelos están contaminados, producto de la sedimentación producida después de las emanaciones tóxicas que en su momento arrojó el Complejo Metalúrgico. El Ministerio de Salud poco o nada ha invertido en programas de prevención o desintoxicación de la población contaminada. La empresa sólo realizó jornadas simbólicas de desintoxicación, llevando a los niños de La Oroya a zonas alejadas de la ciudad, alimentándolos adecuadamente por un día y realizándoles exámenes de plomo en la tarde. Aparentemente estos niños, al final de la jornada, presentaban una leve reducción del nivel de plomo en la sangre, pero volvían a la ciudad contaminada y empezarán nuevamente a intoxicarse”, dice Villa.

Señala además que “desde siempre el Estado ha tirado hacia el lado de Doe Run, alegando que están trabajando de codo a codo en “programas de prevención” pero lo cierto es que no hay un interés real. Y los que hemos trabajado en investigaciones sobre el daño que ocasiona el Complejo Metalúrgico hemos sufrido amenazas, hostigamientos de parte de la empresa que siempre desdeñó los informes médicos que se publicaron sobre la condición de la salud de los pobladores”.

“Los costos de la intoxicación pueden ser mayores que los costos de control de la contaminación”, finaliza el doctor Villa: “el desarrollo del sistema nervioso central se ve seriamente comprometido. Tal lesión puede dar como resultado la pérdida permanente de las capacidades de inteligencia y las capacidades motoras, puede provocar trastornos psicológicos y cambios del comportamiento. Estos efectos originan la reducción de la productividad económica de la provincia y sus repercusiones económicas son enormes”.

Villa enfatiza que la única forma de reducir los daños de la contaminación por gases tóxicos y metales pesados, es que la empresa Doe Run Perú modernice el Complejo Metalúrgico y que cumpla con los compromisos de su Plan de Adecuación Medioambiental (PAMA).
 

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