Jueves, 09 de agosto de 2012
Fuente: La República
El proceso de facilitación entra en una fase crítica.
Conga está entrando a una fase crítica pues la facilitación avanza en una dirección que unos previeron y otros alentaron: el pésimo escenario de que todo se vaya al agua.
El ‘diálogo’ se rompió el viernes pasado tras la prórroga del estado de emergencia por la recomendación hecha a Palacio por la DINI.
A pedido de monseñor Miguel Cabrejos, el gobierno evaluó la suspensión de la emergencia a cambio de un documento firmado por Gregorio Santos en el que se comprometiera a garantizar la tranquilidad en Cajamarca, obteniéndose como respuesta que eso era imposible pues él influye pero no controla la región.
En el camino, la posibilidad del diálogo se ha seguido deteriorando. En Cajamarca se ha convocado un paro para los días 21 y 22, y Santos ha dicho que “el gobierno no puede ocultarse detrás de los sacerdotes, poniéndolos como escudos, porque la responsabilidad de resolver el problema no es del sacerdote ni del presidente regional, sino estrictamente del presidente y su gabinete”.
En este contexto, el comunicado emitido ayer por monseñor Cabrejos y el padre Gastón Garatea les propone a los gobiernos central y regional que, simultáneamente, hagan lo siguiente:
a) El levantamiento del estado de emergencia por parte del gobierno nacional; b) el levantamiento de las acciones de fuerza por parte del gobierno regional y otras autoridades de Cajamarca para preservar la paz y la armonía de la región; y c) el nombramiento de comisiones de ambas partes para establecer una agenda para un proceso de diálogo.
En un contexto en el que la próxima semana viene al Perú, por un par de días, el CEO de Newmont, Richard O’Brien, el comunicado de los facilitadores tiene un aire de ultimátum ante la sensación comprensible de impotencia por no poder avanzar debido a la poca disposición de las partes para dar señales reales, en los hechos, de que se pretende establecer un diálogo que, en la práctica, aún no ha empezado más allá de la intermediación de Cabrejos y Garatea con todas las partes.
El riesgo de la renuncia de ambos facilitadores, que seguramente existe, sería una pésima noticia para el país y en particular para Cajamarca, así como un baldazo de agua helada para el aún joven ‘gabinete del diálogo’.
Al margen del callejón sin salida en el que parece encontrarse la facilitación, no debiera olvidarse que estos procesos de negociación complejos enfrentan altas y bajas y que suelen tomar tiempo.
Este es el momento de que el gobierno central, y en particular el presidente Humala y el premier Juan Jiménez, demuestren que, si realmente les interesa el diálogo, y tienen liderazgo, tomen la iniciativa.
Por: Augusto Álvarez Rodrich
El proceso de facilitación entra en una fase crítica.
Conga está entrando a una fase crítica pues la facilitación avanza en una dirección que unos previeron y otros alentaron: el pésimo escenario de que todo se vaya al agua.
El ‘diálogo’ se rompió el viernes pasado tras la prórroga del estado de emergencia por la recomendación hecha a Palacio por la DINI.
A pedido de monseñor Miguel Cabrejos, el gobierno evaluó la suspensión de la emergencia a cambio de un documento firmado por Gregorio Santos en el que se comprometiera a garantizar la tranquilidad en Cajamarca, obteniéndose como respuesta que eso era imposible pues él influye pero no controla la región.
En el camino, la posibilidad del diálogo se ha seguido deteriorando. En Cajamarca se ha convocado un paro para los días 21 y 22, y Santos ha dicho que “el gobierno no puede ocultarse detrás de los sacerdotes, poniéndolos como escudos, porque la responsabilidad de resolver el problema no es del sacerdote ni del presidente regional, sino estrictamente del presidente y su gabinete”.
En este contexto, el comunicado emitido ayer por monseñor Cabrejos y el padre Gastón Garatea les propone a los gobiernos central y regional que, simultáneamente, hagan lo siguiente:
a) El levantamiento del estado de emergencia por parte del gobierno nacional; b) el levantamiento de las acciones de fuerza por parte del gobierno regional y otras autoridades de Cajamarca para preservar la paz y la armonía de la región; y c) el nombramiento de comisiones de ambas partes para establecer una agenda para un proceso de diálogo.
En un contexto en el que la próxima semana viene al Perú, por un par de días, el CEO de Newmont, Richard O’Brien, el comunicado de los facilitadores tiene un aire de ultimátum ante la sensación comprensible de impotencia por no poder avanzar debido a la poca disposición de las partes para dar señales reales, en los hechos, de que se pretende establecer un diálogo que, en la práctica, aún no ha empezado más allá de la intermediación de Cabrejos y Garatea con todas las partes.
El riesgo de la renuncia de ambos facilitadores, que seguramente existe, sería una pésima noticia para el país y en particular para Cajamarca, así como un baldazo de agua helada para el aún joven ‘gabinete del diálogo’.
Al margen del callejón sin salida en el que parece encontrarse la facilitación, no debiera olvidarse que estos procesos de negociación complejos enfrentan altas y bajas y que suelen tomar tiempo.
Este es el momento de que el gobierno central, y en particular el presidente Humala y el premier Juan Jiménez, demuestren que, si realmente les interesa el diálogo, y tienen liderazgo, tomen la iniciativa.
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