18 diciembre, 2011

El oro azul de Cajamarca

Por: Rosa Montalvo Reinoso

Ella se levanta muy temprano, es invierno, abre el agua caliente, deja que chorree un poco, abre el agua fría, las mezcla, siente en su mano la temperatura perfecta y entra feliz en la ducha, le espera un largo día de trabajo. Ella en Lima muy pocas veces ha sentido la carencia de agua, salvo aquellos días en que para arreglar algún desperfecto la empresa de agua potable avisó que suspendería el servicio por unas cuantas horas. Ella vive en un moderno edificio en el que el agua les llega por tubería, a diferencia de miles de personas que viven en la periferia y a quienes les llega por camiones cisternas. Pero esa es otra historia.

Para quienes la experiencia de su vida en relación al agua transcurre alrededor de una cañería o de una botella de plástico que le garantiza el consumo de agua pura, entender la férrea defensa de comunidades campesinas de Cajamarca a cuatro lagunas, les resulta imposible, sobre todo cuando se anunció, como en el caso del proyecto Conga, que se construirían cuatro reservorios que, según dicen, traerían ingentes recursos para todos los peruanos y para la población cajamarquina. “Conga representa una gran oportunidad para el campo, pues generará cuatro reservorios que permitirán que en época seca se cuente con más agua para las actividades agropecuarias,”(1) nos dicen en el blog del proyecto, sin contarnos que para construir los reservorios, desaparecerán las lagunas y, por ende, todos los servicios ambientales que de ellas se generan.

Dicen que las guerras en el futuro no serán más por petróleo, que ya no se invadirán países con cualquier excusa para apropiarse del oro negro, sino del oro azul, pues el consumo de agua sigue creciendo, mientras por diferentes razones, como el cambio climático, el agua en el mundo va escaseando. El temor mayor es que la necesidad de este recurso nos lleve a la misma situación que desangra el Congo por la explotación del coltán, el otro oro azul, gracias al cual podemos disfrutar de nuestros celulares, computadoras y otros aparatos de moderna tecnología.

Si ahora es valioso este oro azul para la vida de la humanidad entera, al escasear como se presume, su valor aumentará en el futuro, lo que está generando las más grandes preocupaciones en el mundo, preocupaciones que coinciden con las de los campesinos y campesinas de Cajamarca y del país entero, que saben que el agua es un recurso agotable, que sólo se renueva por la lluvia.

En el Perú, en la cordillera de los Andes, se forman las tres vertientes, Pacífico, Atlántico y Titicaca, con sus respectivas cuencas, que nutren de agua a los ríos, pero se están reduciendo sus glaciares – un 30% de la superficie de los glaciares peruanos ha desaparecido en los últimos 40 años, según señala José Serra Vega(2) –, lo cual significa que menos caudal llegue a los ríos, menos agua para todos.

Por otro lado, disminuye la humedad y se secan los suelos, lo que reduce la cobertura vegetal, y se pierden las siembras. Eso es lo que sabe la gente y se moviliza, más aun cuando no se le ofrece ninguna alternativa más que el reservorio y más aún cuando conoce que mientras dos de las lagunas serán secadas para sacar el oro que tienen debajo, las otras dos se utilizarán como desmonte. Es inexplicable que se sequen lagunas que posibilitan la recarga de acuíferos, lo cual alterará el ciclo hidrológico, para utilizarlas como depósito del desmonte minero.(3)

Esto que a cualquiera que se preocupa por el devenir del planeta y sus habitantes le puede resultar aberrante, al reclamar el campesinado frente a un hecho que afectará profundamente su vida, se le pone el mote de ignorantes o desinformados. Sin embargo, el informe del Ministerio de Ambiente confirma lo que la población teme en relación con el proyecto minero y frente a lo cual tiene tan pocas respuestas: “transformará de manera significativa e irreversible la cabecera de cuenca, desapareciendo varios ecosistemas y fragmentando los restantes, de tal manera que los procesos, funciones, interacciones y servicios ambientales serán afectados de manera irreversible.”(4)

Son animistas, dice una reconocida periodista para burlarse luego de la manifestación de miles de campesinos y campesinas alrededor de una de las lagunas. “La laguna sagrada es ahora baño sin desagüe. Con 2000 comuneros x 7 días haciendo su pilita y su caquita, que ¡Linda mi lagunita! Olorosita,”(5) concluye en explícita burla, sin darse cuenta de que sin querer nos ha contado del gran respaldo que tiene la defensa de esa laguna. ¿Cuántas de nosotras estamos dispuestas a estar durante 7 días a la intemperie defendiendo algo que consideramos sagrado y que nos significa vida y futuro? “A cuatro charcos le llaman deidades,” contrapuntea otro twitero, para reafirmar lo lejos que estamos de entender el mundo de los otros y de las otras que forman parte de este país diverso. Pues solo quien conoce lo que significa una laguna para una sociedad agrícola podrá entender los miedos y las luchas y lo sagrado.

Muchas otras cosas se han dicho en los medios sobre el campesinado cajamarquino para deslegitimar su lucha y su movilización. A más de desinformados, ignorantes, se agrega manipulados por extremistas, que no quieren el desarrollo. La idea del perro del hortelano ha seguido rondando en esta crisis.

“A ver, que le saquen un ojo de la cara y se lo coloquen en la espalda”, dice un campesino, graficando de manera contundente lo ilógico que le parece la determinación de que, pese a todas las objeciones, se repita que “Conga va de todas maneras” y que se haya tenido que llegar a un estado de emergencia, a detener dirigentes, a cambiar la mayoría del Consejo de Ministros para que se hable de auditorías internacionales y de reiniciar el diálogo en condiciones distintas.(6)

Mientras tanto, miles de hombres y mujeres siguen movilizados, resistiendo de manera pacífica y esperando respuestas y medidas en las cuales sean tratados como ciudadanos y ciudadanas con iguales derechos que el resto de la ciudadanía, porque aunque se diga que el subsuelo es de todos los peruanos, la realidad es que los pasivos ambientales son sobre todo de las personas que habitan los territorios en donde se ejecutan los proyectos y que, como hemos señalado, no han visto un cambio en sus condiciones de vida, mientras ven pasar la riqueza. Son las mujeres, vale señalar, que siguen viviendo el mayor impacto de la pobreza. En Cajamarca, son ellas las que tienen las más altas tasas de analfabetismo, menos asistencia escolar en secundaria, menores tasas de actividad económica, etc. Cajamarca también es la región que tiene la tasa de mortalidad materna más alta del país.(7)

Asimismo, las mujeres seguirán siendo las más afectadas frente a la carencia de agua, ya que generalmente debido a la distribución de los roles, son las mujeres las encargadas en lo cotidiano de la provisión de agua y de ser las principales proveedoras de alimentos por su rol preponderante en la agricultura. De ahí que podemos ver imágenes en que ellas están en primera fila en las manifestaciones.
Es fundamental por tanto, cuando se plantean y se impulsan proyectos que tienen que ver con recursos vitales para la población, que se tome en cuenta y se valore a todos los actores, que se reconozca los significados sociales del agua y los saberes colectivos que durante siglos se han construido sobre su manejo, y que se enfoque el problema de forma holística, porque muchos de los proyectos, como en el caso que nos ocupa, no deben tratarse sólo de inversiones que traerán millones al país, sino de garantizar que la ciudadanía goce de su derecho humano al agua y de una mejor calidad de vida. No hay mejor inversión para el país que esa.

Mientras eso no suceda, los conflictos seguirán con mayor fuerza, quizá en preludio de las guerras que, dicen los analistas, se darán por el agua, vendrán nuevos gabinetes que pasarán y pasarán mientras seguirán reproduciéndose las desigualdades que subsisten con relación a la accesibilidad al agua.

Juana, en Cajamarca, seguirá levantándose muy temprano a buscar el agua en una acequia, un río o una laguna, caminando largas jornadas, mientras Ella, en Lima, se levanta un poco más tarde y de nuevo, como todos los días, abre la ducha, verifica que el agua tiene la temperatura perfecta, se introduce con placer infinito en el agua regeneradora de vida y mientras Juana suda la gota gorda allá con el sol cada vez más incandescente, llevando el balde de agua para preparar los alimentos, Ella llega a su oficina, abre su computadora, coloca a un lado su botella de agua, entra a su Face y pone algún brillante pensamiento sobre la ignorancia de las campesinas como Juana y las ventajas de la minería.

PD: Este es mi último texto del año, que se nos fue tan rápido como el agua entre las manos. Les deseo a todos y todas mis lectores y lectoras un feliz año nuevo, un año 2012 con más derechos y más felicidad y esperanza y les doy mis agradecimientos infinitos por acompañarme con su lectura y comentarios.

Notas:

1) Blog del proyecto Conga. http://elaguaprimero.blogspot.com/

2) José Serra Vega, “Hidroeléctrica del Inambari: Altos beneficios para los inversionistas, Altos costos para los peruanos”, PRONATURALEZA, marzo 2011.http://es.scribd.com/doc/51610492/Hidroelectrica-del-Inambari-Altos-bene…

3) Gustavo Gorriti, “De lagunas y desmontes”, IDL Reporteros, 25 de noviembre del 2011.http://idl-reporteros.pe/2011/11/25/de-lagunas-a-desmontes/

4) “Informe del Ministerio del Ambiente pide ‘mayor evaluación’ del proyecto Conga”, El Comercio, 25 de noviembre del 2011. http://elcomercio.pe/politica/1339464/noticia-informe-ministerio-ambient…

5) Twitter de Rosa María Palacios, 3 de diciembre del 2011. https://twitter.com/#!/rmapalacios/status/143153391902793730

6) Wilder A. Sánchez Sánchez, “Por qué el proyecto conga es inviable?” El Maletero, Red Verde Cajamarca, 8 de diciembre del 2011

7) “Cajamarca tiene la tasa de mortalidad materna más alta del país”, PROMSEX, 27 de mayo del 2011. http://www.promsex.org/informacion/actualidad/2170-cajamarca-tiene-tasa-…

Fuente: Noticia SET

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