21 noviembre, 2012

Mensaje Arcaico desde Cádiz

Por Carlos Monge Cádiz 
–al sur de la Península Ibérica- es una ciudad puerto emblemática en la historia de las relaciones entre España y las Américas. De ahí partió Colón hacia las Indias; desde ahí se ejerció el monopolio comercial colonial; ahí se redactó la primera constitución española y fue ahí que–al constituir las Cortes de Cádiz- las elites urbanas de las entonces colonias se atrevieron a ejercer algo de poder. Ciertamente, lo hicieron en defensa y en nombre de una monarquía española avasallada por el poder invasor francés. Pero lo hicieron. Y probaron una miel cuyo gusto les quedó y cuyo recuerdo alimentó después las luchas independistas.
 Hacia la emblemática Cádiz se dirigió la semana pasada el Presidente Ollanta Humala para participar en una Cumbre Iberoamericana con los jefes y jefas de estado y de gobierno de España y Portugal y sus ex colonias.
 Algunas de las intervenciones de las autoridades ahí presentes buscaron estar a tono con el carácter emblemático de la ciudad y con el contexto de aguda crisis económica e indignación ciudadana que se vive hoy en España y en buena parte de Europa. Por cierto, el propio Rey de España planteó un pedido inédito desde una ex potencia colonial a sus antiguos dominados: nosotros estamos mal, ustedes están mejor, les necesitamos, ayúdennos. Hubiese sido interesante ver a un estadista peruano capaz de ubicarse en ese mismo nivel de reflexión, revisando la naturaleza misma de nuestras relaciones con España y con Europa en general y apostando por un giro de dimensiones históricas. Pero lamentablemente lo que vimos fue a un representante empresarial empeñado en aprovechar la cumbre para jalar algunas inversiones. Dijo, por ejemplo, que “Perú tiene una minería moderna del siglo XXI, frente a actividades renovables arcaicas, muy artesanales, del siglo XIX como la agricultura y la ganadería.” En términos fácticos, la afirmación es inexacta en ambos extremos. Tenemos muchas agriculturas en el Perú y la mayor parte de nuestra minería dista mucho de ser “moderna”.
 Inexactitudes al margen, lo peor es que ideológicamente la declaración la podría haber emitido cualquier positivista español de la Cádiz de los siglos XVI y XIX, al defender esas actividades mineras que tanto progreso estaban trayendo a los hasta entonces arcaicos y artesanales indígenas peruanos. Y todo esto en el contexto de una cerrada defensa de la Alianza del Pacífico con México, Colombia y Chile, basada para variar en el libreto del libre comercio y el fomento de las inversiones, quitando centralidad a la integración política vía UNASUR – a pocas semanas de la próxima reunión de UNASUR de fin de Noviembre en la misma Lima. No esta pues el Presidente Humala a la altura de las circunstancias y no vendrán de el propuestas audaces de cambio en la naturaleza misma de las relaciones entre nuestros países y España y Europa en general. Mientras tanto, desde las alturas de las provincias de Bambamarca y Celendín, los arcaicos y artesanales ronderos peruanos que defienden las lagunas de Conga contra un moderno proyecto minero del siglo XXI, se plantean como opción la construcción de albergues turísticos para sentar las bases de una relación no minera con esa España y esa Europa desde donde el Presidente Humala los descalifica. No tengo idea de si la construcción de esos albergues responde a un estudio de mercado acerca de las potencialidades del ecoturismo en la región, y si hay de por medio un afinado plan de negocios para explotar esa potencialidad. Lo más probable es que se carezca de ambos. 
Pero lo importante es que mientras el Presidente que ellos y ellas eligieron los trata como expresiones de un pasado primitivo a ser superado, reproduciendo visiones ciertamente arcaicas, los guardianes de las lagunas piensan en clave de futuro, en como ser parte de la globalización con derechos y dignidad, cuidando sus recursos renovables, su paisaje y sus formas de vida.

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