Hace unos días regresé de Cajamarca, adonde fui para llegar a las lagunas que serán destruidas si prospera el proyecto minero Conga y comprobar in situ la legitimidad de la resistencia social.
Carlos Alonso Bedoya
Carlos Alonso Bedoya
Economía disidente
La empresa minera Yanacocha controla ilegalmente, mediante una tranquera, quién pasa y quién no por la vía pública que conduce a la Laguna Azul, vulnerando el derecho al libre tránsito entre el poblado de Santa Rosa y la ciudad de Cajamarca, por lo que tuve que atravesar a pie un cerro para poder ingresar.
Al otro lado me esperaba la señora Máxima Chaupe, propietaria de una parcela de varias hectáreas en medio del proyecto minero. Casi nadie sabe que a ella, Yanacocha no le ofreció comprar su terreno como a otros comuneros ubicados allí, sino más bien la desalojó violentamente hace un par de años con la Policía, quemando su vivienda.
Afortunadamente, con el apoyo de varias organizaciones, ella pudo recobrar la posesión de sus tierras, logrando desbaratar el fraude mediante el cual Yanacocha se apropiaba del lugar donde vive la familia Chaupe desde los noventa.
De hecho, el estado peruano tiene un caso pendiente en la Comisión Interamericana de derechos humanospor ese atropello que cometió la empresa minera con apoyo de la fuerza pública. Es que en esa zona, laPolicía no responde al estado peruano, sino solo a Yanacocha. Un periodista de Celendín me dio copia del convenio que en el 2011 firmó esa empresa con la Policía Nacional, en términos vergonzantes para un Estado que se respete.
Para llegar a Conga, partí desde Celendín, donde hubo varios muertos en 2012 a causa de la represión de la protesta contra el proyecto minero. Bajé por el valle del río Sendamal, pasando por Huasmín, y otros poblados, para nuevamente subir y encontrarme con comunidades como Jerez y Santa Rosa. En todo mi recorrido encontré agricultura y ganadería por doquier en un valle bendecido por la naturaleza.
Luego de dos horas, llegué a Laguna Cortada y vi numerosos humedales, bofedales y puntos de agua. Antes de la tranquera de Yanacocha, me detuve y empecé la subida por una cuesta al lado del camino a fin de sortear el ilegal obstáculo.
Por donde pisaba brotaba el agua, porque esas alturas que conforman una cabecera de cuenca son una verdadera esponja que nutre de agua a toda la parte baja donde hay varios valles, alimentando ríos, incluyendo al Marañón, proporcionando de vida a animales y seres humanos.
Al ver esa belleza natural, no comprendo cómo es que los lingotes de oro que extraerán de allí y se llevarán al extranjero para ser guardados en bóvedas, puede valer más que los ecosistemas formados en millones de años, y que en una década quedarán destruidos para hacer más ricos a los Benavides y a la Newmont. Así de estúpida es la lógica de la época que nos toca vivir.
La empresa minera Yanacocha controla ilegalmente, mediante una tranquera, quién pasa y quién no por la vía pública que conduce a la Laguna Azul, vulnerando el derecho al libre tránsito entre el poblado de Santa Rosa y la ciudad de Cajamarca, por lo que tuve que atravesar a pie un cerro para poder ingresar.
Al otro lado me esperaba la señora Máxima Chaupe, propietaria de una parcela de varias hectáreas en medio del proyecto minero. Casi nadie sabe que a ella, Yanacocha no le ofreció comprar su terreno como a otros comuneros ubicados allí, sino más bien la desalojó violentamente hace un par de años con la Policía, quemando su vivienda.
Afortunadamente, con el apoyo de varias organizaciones, ella pudo recobrar la posesión de sus tierras, logrando desbaratar el fraude mediante el cual Yanacocha se apropiaba del lugar donde vive la familia Chaupe desde los noventa.
De hecho, el estado peruano tiene un caso pendiente en la Comisión Interamericana de derechos humanospor ese atropello que cometió la empresa minera con apoyo de la fuerza pública. Es que en esa zona, laPolicía no responde al estado peruano, sino solo a Yanacocha. Un periodista de Celendín me dio copia del convenio que en el 2011 firmó esa empresa con la Policía Nacional, en términos vergonzantes para un Estado que se respete.
Para llegar a Conga, partí desde Celendín, donde hubo varios muertos en 2012 a causa de la represión de la protesta contra el proyecto minero. Bajé por el valle del río Sendamal, pasando por Huasmín, y otros poblados, para nuevamente subir y encontrarme con comunidades como Jerez y Santa Rosa. En todo mi recorrido encontré agricultura y ganadería por doquier en un valle bendecido por la naturaleza.
Luego de dos horas, llegué a Laguna Cortada y vi numerosos humedales, bofedales y puntos de agua. Antes de la tranquera de Yanacocha, me detuve y empecé la subida por una cuesta al lado del camino a fin de sortear el ilegal obstáculo.
Por donde pisaba brotaba el agua, porque esas alturas que conforman una cabecera de cuenca son una verdadera esponja que nutre de agua a toda la parte baja donde hay varios valles, alimentando ríos, incluyendo al Marañón, proporcionando de vida a animales y seres humanos.
Al ver esa belleza natural, no comprendo cómo es que los lingotes de oro que extraerán de allí y se llevarán al extranjero para ser guardados en bóvedas, puede valer más que los ecosistemas formados en millones de años, y que en una década quedarán destruidos para hacer más ricos a los Benavides y a la Newmont. Así de estúpida es la lógica de la época que nos toca vivir.
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