Por Mirella Gallardo Marticorena*
16 de marzo, 2012.- La controversia generada por el Proyecto Minero Conga en el Departamento de Cajamarca al norte del Perú, es resultado de una “demanda democrática” de la gente que clama legítimamente por ser consultada y participar en los beneficios de la inversión minera. En este sentido son varios los aspectos de política institucional, normatividad y participación ciudadana que el gobierno peruano debe abordar con independencia e inteligencia, por la inclusión social.
El Estudio de Impacto Ambiental que presentó la empresa minera fue aprobado por el Ministerio de Energía y Minas (responsable también de la promoción de la minería), pero recibió muchas críticas de las instituciones cajamarquinas y del Ministerio del Ambiente. Este artículo pretende aportar al debate, incorporando otros elementos que aún no han sido tomados en cuenta.
Es difícil imaginar que un paisaje altoandino de inmensos cerros, lagunas, bofedales y pastos pueda ser removido y luego transformado en pirámides simétricamente dispuestas y, aparentemente, pertenecientes a otro paisaje geomorfológico, distinto al de la jalca cajamarquina. Sin embargo esto ha pasado, como lo muestra la vista aérea de la zona (fuente: Google Earth).
El paisaje natural de la zona de explotación de la mina Yanacocha está completamente alterado, y en su vecindad –hacia el este y noreste– se ubica la zona del proyecto Conga, que aún no ha sido alterada. La explotación minera –especialmente la de tajo abierto– genera cambios de enormes dimensiones, lo que demanda que antes de ponerla en práctica, estos deben ser cuidadosamente analizados.
Los ecosistemas denominados altoandinos, en este caso, jalcas cajamarquinas, no solamente brindan extraordinarios paisajes, sino que también albergan una gran biodiversidad y poblaciones significativas de especies endémicas locales, entre las cuales se encuentran las hierbas medicinales que crecen en este entorno y otros cercanos, pero no en otros lugares del planeta. Estos parajes cajamarquinos brindan valiosos servicios ambientales pues son zonas de purificación de aire, reciclaje de nutrientes, provisión y regulación de agua.
De todas las bondades mencionadas, el aspecto más crítico para la vida de las sociedades que dependen de ellas, es el de provisión de agua. Las jalcas intervienen tanto en la cantidad de agua que se genera en las cuencas, como en la regulación hídrica, que implica la permanencia en el tiempo del caudal generado.
La cantidad total de agua generada está principalmente en función de la precipitación, a la que se suman la captación de agua de nieblas por la vegetación, así como su nivel de evapotranspiración y de consumo de agua. Se sabe que la precipitación se incrementa con la altitud, pero sin vegetación y en suelo impermeable, toda el agua de lluvia escurriría inmediatamente hacia las zonas bajas, y se agotarían de esta manera todas las reservas para la época de estiaje.
La regulación hídrica ayuda al mantenimiento del agua en los ríos durante todo el año, lo que implica una capacidad de almacenamiento de agua. Esta se da a través de mecanismos de regulación que pueden ser naturales tales como los glaciares, lagunas, suelo, acuíferos subterráneos, etc., y también artificiales como los embalses.
En las jalcas cajamarquinas no existen glaciares pero sí lagunas, suelos y acuíferos subterráneos. La vegetación capta la lluvia que suele ser de baja intensidad a esa altitud y, a través de su historia, los suelos han desarrollado condiciones de infiltración y retención de agua, alimentando así los acuíferos subterráneos que permiten el flujo lento aguas abajo y que son fuente de manantiales, bofedales y quebradas durante el tiempo posterior a la época de lluvias. Por todo ello, no en vano un conocido botánico peruano ha propuesto considerarlas Centros Hidrológicos.
La implementación de un proyecto minero en este contexto implica no solamente la alteración de las lagunas como reguladoras naturales de agua, sino también la alteración de acuíferos y del suelo, en superficies y volúmenes enormemente significativos (alrededor de 500 metros de profundidad y en un área de varios miles de hectáreas). No basta entonces calcular las capacidades de almacenamiento de las lagunas y reemplazarlas por reservorios, sino que además es necesario hacer varias preguntas: ¿Cómo impactará el movimiento de tierras a la captación del agua de lluvias que alimenta los acuíferos que afloran más de allá de las áreas de influencia directa e indirecta? Si las operaciones de excavación se realizan necesariamente en seco, ¿cuál será su efecto en los flujos de agua subterránea?, ¿cuántos manantiales, filtraciones, bofedales serán afectados en el área de influencia directa?, ¿cuáles son sus caudales, funciones y usos?
Como ciudadanos de este país, considero que no es momento de enfrentarnos en posiciones extremas, sino de construir conciencia ciudadana colectiva, basada en el conocimiento, en la verdad y en el derecho que tienen todas las personas cuya continuidad de vida en su propia tierra es afectada por ciertos proyectos extractivos, como es el caso de la explotación minera en una zona de la jalca cajamarquina. Es momento de construir los procedimientos que hagan posible el desarrollo económico en conjunto.
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*Mirella Gallardo Marticorena, Ingeniera agrícola. especialista en recursos hídricos y temas ambientales. Ex asesora técnica del PDRS-GTZ (hoy GIZ), Cajamarca. Correo-e: mirella.gallardo@gmail.com
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Referencias:
- Acosta, Luis. 2011. Exposición en el Proyecto Punas, Agua y Cambio Climático. Instituto de Montaña/CONDESAN.
- García Sayan, Diego. 2011. Cuatro lecciones de Conga. La República, Lima, Perú. 11 de diciembre.
- Gobierno Regional Cajamarca. 2011. La diversidad biológica en Cajamarca. Visión étnicocultural y potencialidades. Gobierno Regional Cajamarca, Universidad Nacional de Cajamarca, Programa Desarrollo Rural Sostenible de la Deutsche Gesellshaft für Internationale Zuzammenarbe it (GIZ) – GmbH.
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