Por: Nelson Manrique
La captura de Artemio quitó visibilidad mediática a la Marcha por el Agua, pero la procesión sigue por dentro. Conga y los derechos humanos siguen definiendo los alineamientos políticos.
La forma cómo evolucione el conflicto minero en Cajamarca va a ser fundamental para el futuro político del premier Óscar Valdés. Valdés llegó a primer ministro en medio del conflicto entre el pueblo de Cajamarca y la minera Yanacocha y definió su perfil político imponiendo un viraje radical con relación al manejo dialogante que hasta entonces había venido desarrollando Salomón Lerner. Lo primero que hizo fue descalificar como interlocutores a los representantes de los movimientos sociales cajamarquinos y luego trató de dividir el movimiento convocando a Lima sólo a aquellas autoridades que podía controlar.
Decidió después imponer un peritaje internacional unilateralmente, sin consulta ni menos acuerdo con los interesados; luego se sabría que se trataba de un peritaje acotado, que excluía la evaluación del Estudio de Impacto Ambiental (EIA) y de las serias objeciones que este plantea al proyecto, y que sólo debía proponer “medidas adicionales” para hacer viable la inversión. Para decirlo en términos castrenses: un saludo a la bandera, con Marcha de Banderas y todo. Como era de esperar, los representantes de Cajamarca anunciaron que no van a reconocerlo.
Cerrado el espacio del diálogo se abren los escenarios alternativos: la movilización popular por una parte, y la represión gubernamental por la otra. La Marcha por el Agua ha mostrado la capacidad de organizar una respuesta que va más allá de la sola protesta regional. La demanda cajamarquina puede articular movimientos sociales más amplios y movilizar simpatías en las ciudades, como lo mostró la adhesión de miles de manifestantes marchando por las calles de Lima. Esto tiene un potencial de explosivo porque más de la mitad de los alrededor de 300 conflictos sociales vigentes giran en torno a problemas ambientales. Ya se ha anunciado la realización de la “Asamblea de los Pueblos”, un evento que pretende reunir a los dirigentes sociales y de frentes de defensa de diversas regiones del país el 30 y 31 de marzo en Cajamarca, para aprobar una agenda común y una plataforma única para la defensa del agua y el medio ambiente. Las organizaciones que participaron en la Marcha por el Agua han confirmado su participación. Esto es crítico porque estacionalmente abril-junio son los meses “calientes”, en lo que a movilizaciones se refiere.
El otro escenario compromete los derechos humanos y la posición del gobierno frente al fujimorismo. En este, la oposición a Valdés se ha trasladado al interior del propio gobierno. Las declaraciones de los representantes del Partido Nacionalista más importantes después de Ollanta Humala -Marisol Espinoza y Daniel Abugattás- cuestionando las posiciones proclamadas por el premier ponen a éste en la plataforma de lanzamiento: “En mi partido –ha declarado Espinoza- luchamos por la defensa de los derechos humanos. Particularmente no consideramos de ninguna manera que sea hacer teatro el exponer los casos de más de 17 mil víctimas. Hubo allí mucho dolor y sufrimiento... Decirles que lo que ellos hacen es teatro, no solamente es una falta de respeto al dolor de las personas sino también a lo que ellos sufrieron y sufren”. Valdés ha sido notificado, asimismo de que su admiración por el “pragmatismo fujimorista” puede ganarle aplausos en la derecha pero no va a ser aplaudido por el partido de gobierno.
La derecha que ayer insultaba a Ollanta Humala y ahora lo adula afirma que Valdés está firme y que lo mejor que podría ocurrirle al país es que Dios y Humala lo mantengan en su puesto por siempre jamás. Pero que éste se haya visto obligado a dirigirse a los medios para proclamar su cercanía con la pareja presidencial (detalle significativo: con la pareja, no sólo con el Presidente) no habla precisamente de fortaleza. Cuando Conga suena, ministros lleva.
La captura de Artemio quitó visibilidad mediática a la Marcha por el Agua, pero la procesión sigue por dentro. Conga y los derechos humanos siguen definiendo los alineamientos políticos.
La forma cómo evolucione el conflicto minero en Cajamarca va a ser fundamental para el futuro político del premier Óscar Valdés. Valdés llegó a primer ministro en medio del conflicto entre el pueblo de Cajamarca y la minera Yanacocha y definió su perfil político imponiendo un viraje radical con relación al manejo dialogante que hasta entonces había venido desarrollando Salomón Lerner. Lo primero que hizo fue descalificar como interlocutores a los representantes de los movimientos sociales cajamarquinos y luego trató de dividir el movimiento convocando a Lima sólo a aquellas autoridades que podía controlar.
Decidió después imponer un peritaje internacional unilateralmente, sin consulta ni menos acuerdo con los interesados; luego se sabría que se trataba de un peritaje acotado, que excluía la evaluación del Estudio de Impacto Ambiental (EIA) y de las serias objeciones que este plantea al proyecto, y que sólo debía proponer “medidas adicionales” para hacer viable la inversión. Para decirlo en términos castrenses: un saludo a la bandera, con Marcha de Banderas y todo. Como era de esperar, los representantes de Cajamarca anunciaron que no van a reconocerlo.
Cerrado el espacio del diálogo se abren los escenarios alternativos: la movilización popular por una parte, y la represión gubernamental por la otra. La Marcha por el Agua ha mostrado la capacidad de organizar una respuesta que va más allá de la sola protesta regional. La demanda cajamarquina puede articular movimientos sociales más amplios y movilizar simpatías en las ciudades, como lo mostró la adhesión de miles de manifestantes marchando por las calles de Lima. Esto tiene un potencial de explosivo porque más de la mitad de los alrededor de 300 conflictos sociales vigentes giran en torno a problemas ambientales. Ya se ha anunciado la realización de la “Asamblea de los Pueblos”, un evento que pretende reunir a los dirigentes sociales y de frentes de defensa de diversas regiones del país el 30 y 31 de marzo en Cajamarca, para aprobar una agenda común y una plataforma única para la defensa del agua y el medio ambiente. Las organizaciones que participaron en la Marcha por el Agua han confirmado su participación. Esto es crítico porque estacionalmente abril-junio son los meses “calientes”, en lo que a movilizaciones se refiere.
El otro escenario compromete los derechos humanos y la posición del gobierno frente al fujimorismo. En este, la oposición a Valdés se ha trasladado al interior del propio gobierno. Las declaraciones de los representantes del Partido Nacionalista más importantes después de Ollanta Humala -Marisol Espinoza y Daniel Abugattás- cuestionando las posiciones proclamadas por el premier ponen a éste en la plataforma de lanzamiento: “En mi partido –ha declarado Espinoza- luchamos por la defensa de los derechos humanos. Particularmente no consideramos de ninguna manera que sea hacer teatro el exponer los casos de más de 17 mil víctimas. Hubo allí mucho dolor y sufrimiento... Decirles que lo que ellos hacen es teatro, no solamente es una falta de respeto al dolor de las personas sino también a lo que ellos sufrieron y sufren”. Valdés ha sido notificado, asimismo de que su admiración por el “pragmatismo fujimorista” puede ganarle aplausos en la derecha pero no va a ser aplaudido por el partido de gobierno.
La derecha que ayer insultaba a Ollanta Humala y ahora lo adula afirma que Valdés está firme y que lo mejor que podría ocurrirle al país es que Dios y Humala lo mantengan en su puesto por siempre jamás. Pero que éste se haya visto obligado a dirigirse a los medios para proclamar su cercanía con la pareja presidencial (detalle significativo: con la pareja, no sólo con el Presidente) no habla precisamente de fortaleza. Cuando Conga suena, ministros lleva.
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