Por: David Roca Basadre
Colaborador de la Revista Hildenbrandt en sus trece, Blog MI MINA CORRUPTA y Blog Celendin Libre
Lo que es absolutamente no subsanable es la acción brutal de la minería. Eso los peritos no lo dijeron, y no lo hubieran dicho porque sus términos de referencia se lo impedían.
Lo que es absolutamente no subsanable es la acción brutal de la minería. Eso los peritos no lo dijeron, y no lo hubieran dicho porque sus términos de referencia se lo impedían.
En suma, habrá que decir que las posturas técnicas se han expresado ya, con los señores que contrató el gobierno, Robert E. Moran, GRUFIDES, el MINAM cuando pensaba libre. Habrá que tomar de todo eso. Y ahora entrar en el terreno, sin hipocresías, de lo político.
El dilema es si se trata de buscar soluciones para la población, que es lo que primero cuenta, o para los señores de Yanacocha y los otros que quieren hacer de Cajamarca una región minera (igualito que La Oroya). He allí el verdadero tema.
Porque si pasa Conga, luego vendrán otras intervenciones más: los devastadores chinos de Lumina Cooper para Galeno, Michiquillay de Angloamerican, además de las ampliaciones de esta empresa (Yanacocha) denominadas La Carpa Central y El Amaro. ¡Toda una promesa de prosperidad… para los bolsillos de Newmont y Buenaventura!
Para llegar a esta etapa del conflicto debió aprobarse, en tiempos de García, un EIA apresurado y defectuos (XXX), se ha desconocido derechos territoriales de poblaciones, se ha expropiado en la práctica – con compras forzadas o engañosas – tierras a comuneros, se ha atentado contra los derechos democráticos a la información propalando inexactitudes sobre la gente que defiende sus derechos o sobre aspectos del proyecto, se ha pasado por encima de varias normas – como la que protege ecosistemas frágiles, como lo son las cabeceras de cuenca que serían afectadas –, todo a partir de una débil institucionalidad ambiental que se quiere perpetuar, a conveniencia de los depredadores. Pasivos, sobre todo, del desleal García. Qué el minero Valdés – amparado por un desleal Humala – está empeñado en ratificar, militarizando con lo que los cajamarquinos perciben como verdaderas fuerzas de ocupación.
Aquello y la defensa que hacen todos los voceros de la derecha, tanto la suavecita y pasa piola como la DBA, de estos emprendimientos mineros, tratando de ocultar los antecedentes de la empresa en cuestión (“¡Nos quieren robar nuestros recursos naturales!”, grita un histérico Federico Salazar en El Comercio, argumentando que las leyes fujimoristas cumplen el papel de Dios), revelan sin tapujos el indudable debate profundamente político en curso.
Un debate en el que hay un sector minoritario que es dueño de todos los medios económicos posibles para imponer con prepotencia sus argumentos, pero que – sorprendentemente – no puede con una mayoría pobre, sin recursos económicos, armada tan solo con la fuerza de su razón, la intransigencia propia de quienes saben que se juegan la vida, y la capacidad organizativa que han logrado confirmar.
Un debate en el que se confrontan dos modelos de desarrollo divergentes: uno – tradicional, el mismo de siempre – extractivista y hecho para atender las demandas externas y los bolsillos de intermediarios (igualito que con el guano, el caucho, etc.) a cualquier costo, y otro que busca procesos que atiendan primero las demandas internas mediante actividades sostenibles del entorno, y que tenga como objetivo lo que se conoce como buen vivir, aquel estar armónico que significa justicia social y ambiental, en una tierra que dure y perdure, porque se respetan las fuentes de vida.
Conga, entonces, es mucho más que Conga, allí hay un debate nacional sobre el futuro del país. Nada menos.
Twitter: @drocabas
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