03 abril, 2013

De Izquierdas, Derechas y Ecologismo libertario y desarrollo.

 Por: Marco Arana.
Fundador y Militante de Tierra y Libertad, Per

EL COMERCIO

Lima, 27.Marzo.2013

Todos los presidentes de América Latina, sean de izquierdas o derechas, fueron electos por sus promesas de seguir impulsando el crecimiento económico y disminuir o erradicar la pobreza. Para algunos la receta es el neoliberalismo económico y para otros, mayor participación del Estado en las actividades económicas y la redistribución de la renta. En cualquiera de los casos apostaron por intensificar y expandir las industrias extractivas (minería, petróleo, pesca), en una suerte de sobreentendido de que las necesidades son infinitas y los recursos naturales también. No creo haber escuchado a uno solo de los presidentes de la región un discurso sofisticado diciendo que “los avances científico-tecnológicos compensarán y resolverán los graves problemas ecológicos que el actual modelo de desarrollo genera”. Como sí lo hicieron los defensores de la “economía verde” en la última cumbre ambiental de Río +20.

En el actual escenario Chile pugna por mantenerse como el primer productor de cobre y harina de pescado, aunque para ello se tope ya con el agotamiento y contaminación de sus aguas dulces y no disponga de los recursos energéticos que necesita (dimensión que la geopolítica peruana parece ignorar). En Perú, los neoliberales y ahora también los nacionalistas, dicen que hay que imitar o superar al sureño país, se continúa con la política del “Perro del hortelano”, para justificar la entrega en concesión petrolera y minera el 72% de la Amazonía peruana.

Brasil sueña con la explotación del petróleo de las profundidades marinas (proyecto Presal) y la infraestructura vial IIRSA para que “cada brasilero tenga oportunidad de tener un vehículo, un televisor, un refrigerador, una computadora….”, según nos dijo en Sao Paulo, la entonces candidata Dilma Roussef en el 2010.

La Bolivia de Evo Morales tiene hoy más explotación minera que la de la época del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada (quien era minero) y, la Amazonía boliviana empieza a convertirse en la más deforestada de la región. En Ecuador, Rafale Correa es el más entusiasta presidente minero de la historia de su país y promotor de la minería “limpia a gran escala”. De paso, ha endurecido la represión contra quienes él denomina “ecologistas infantiles” y “enemigos del desarrollo”. En Venezuela, Hugo Chávez intensificó la economía petrolera y declaró la minería aurífera “recurso estratégico”, suscribiendo, dos semanas antes de su última elección, grandes acuerdos con las mineras chinas. En Colombia, el presidente Santos en busca implantar la “locomotora minera” incluso en los páramos de Santurbán, una zona de alta biodiversidad y naciente de los ríos que surten al principal acueducto de Santander.

Solitario el presidente uruguayo Pepe Mujica suena como voz de profeta en el desierto: “¿Tiene el mundo hoy los elementos materiales como para hacer posible que 7 mil u 8 mil millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales? […] ¿Estamos gobernando la globalización o la globalización nos gobierna? ¿Es posible hablar de solidaridad […] en una economía basada en la competencia despiadada?”

Ante esas preguntas, urge que los pueblos de América Latina, sus intelectuales y líderes políticos construyamos una nueva visión de desarrollo con sostenibilidad ecológica, con afirmación de la democracia y justicia social. Esa visión no puede dejar la naturaleza y los territorios que habitamos sometidos a los abusos del capital y a las arbitrariedades del mercado. Tampoco puede justificar que, en nombre de una economía de Estado, se limite la actividad empresarial para repartir más, sin importar la crisis ecológica y económica que solo podrá superarse administrando adecuadamente: biodiversidad, amazonía, recursos hídricos y marítimos y diversificando la matriz energética, pero principalmente dedicando más atención a nuestra principal riqueza, el “capital humano”, con mejor educación y desarrollo de ciencia y tecnologías adecuadas a nuestras múltiples y diversas realidades.

El ecologismo político, y en el caso peruano, también libertario, tiene que enfrentar el paradigma del crecimiento económico depredador impulsado por las derechas liberales y las izquierdas tradicionales. Requerimos cambios profundos no solo económicos, políticos y sociales sino también culturales. El verdadero reto es construir derroteros para el desarrollo sostenible de nuestros pueblos, afianzar una democracia (en nuestro caso de izquierda) justa y libertaria, que no solo es política, sino también económica y ecológica.

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