06 diciembre, 2012

Informe: Crónica del primer aniversario de la lucha cajamarquina

 
El pueblo cajamarquino quiso celebrar el aniversario de la resistencia pacífica en defensa del agua conmemorando el 24 de noviembre del 2011, cuando comenzó el primer paro indefinido en la región. Cinco días más tarde, el (des)encuentro de efectivos policiales y campesinos y campesinas de Celendín en la laguna Azul, dejó 19 heridos debido a los impactos de balas de goma y perdigones. A pesar de la desgracia, de los impactos que han transformado la vida y las oportunidades de personas y familias enteras; a pesar de los recuerdos de dolor, Bambamarca, Celendín y Cajamarca estaban con ánimos de celebración, porque después de un año no se rinden, porque a pesar de ser conscientes que luchan contra un gigante, un año después no hay todavía ni una parte vencedora, ni una vencida.

El pasado viernes 23 de noviembre se hizo una vigilia en Celendín, se proyectaron algunos videos en las paredes de la iglesia, se compartió con el pueblo la experiencia de la visita de “los Guardianes de las Lagunas” a Lima (del 11 al 15 de noviembre), se convocó para subir a la laguna Azul al día siguiente, la gente salió a comentar, a cantar, a recitar poemas, y a prender velas blancas. El profesor Ramón preguntaba “¿Se va a hacer el diálogo?”, “¡Ya no!”, gritaba la gente. “No, porque hemos comprobado que no sirve, consideramos que el diálogo se ha terminado, lo que queremos es que el gobierno escuche que el proyecto Conga es inviable”. Paralelamente, en Bambamarca se reunieron numerosas delegaciones de toda la provincia, confirmando una vez más que la inviabilidad del proyecto Conga no es capricho de unos cuantos, sino de la voluntad de la mayoría de afectados y afectadas.

Al día siguiente amanecimos con lluvia, algunas camionetas salieron de la ciudad rumbo a la laguna Azul. Cuando llegamos, la gente que venía a caballo cargó la leña y los víveres hacia el campamento de los Guardianes. Por los cerros, sobre la imperceptible línea que separa los terrenos de la familia Chaupe y los comprados por y para el proyecto Conga, se dispersaban más de mil campesinos y campesinas de toda la provincia de Celendín. Efectivos de la DINOES formaban una media luna en el espacio donde se iba reuniendo la gente. “La gente inteligente, defiende el medioambiente”, eran algunas de las consignas que se escuchaban. Esperábamos a la delegación de Bambamarca. El objetivo era poder realizar un acto conjunto de aniversario y poder coordinar acciones futuras. Pasó el tiempo y Bambamarca no llegaba. Corrían voces de que estaban cerca, pero que la policía les había cerrado el paso.

Se reunieron los dirigentes, y en ese momento vimos como, uno a uno, los efectivos comenzaron a caminar subiendo el cerro. Hubo una reacción rápida de los celendinos reunidos, puesto que el año pasado, con la misma estrategia por parte de la DINOES, la gente se vio rodeada y comenzó la balacera y los gases lacrimógenos. Esta vez se consiguió dialogar con el comandante evitando mayores daños.

Hasta que se fue la luz del día y llegó la de las luciérnagas, y con la lluvia que iba y venía, hablaron cada una de las autoridades y dirigentes presentes. Después se generó un espacio de participación, en el que varias personas salieron a recitar, cantar y bailar en defensa de las lagunas.

“Nuestra lucha no es solo de protesta, tiene mucho arte y cultura, de lo que somos y de lo que se puede perder si es que se lleva a cabo el proyecto”, fueron las palabras de Milton Sánchez en la visita de los guardianes a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima, unos días antes, que cobraron vida en ese momento.

Al final del evento llegó un grupo de unas diez personas de Bambamarca, nos explicaron que las más de mil que se habían reunido para venir, solo ellos habían podido escabullirse de la represión policial. Nuevamente la DINOES había usado sus armas de fuego. No hubo heridos, pero la indignación de ser atacados en vez de protegidos va creciendo entre la población, también la frustración de no haber podido celebrar conjuntamente la causa que une a estos pueblos. La mayor parte de la delegación bambamarquina tuvo que regresarse al campamento de la Mamacocha, donde también se celebró con cantos y danzas.

Al día siguiente, domingo, la gente de Sorochuco, y un grupo de acompañantes, donde nos encontrábamos nosotros, caminamos hasta la laguna El Perol, donde se asentó un nuevo campamento (al día de hoy ese campamento ya ha sido desalojado por la policía). En la zona algunos compañeros nos hicieron ver algunos carteles del ex INC que informaban de la presencia de restos arqueológicos. “Antes había muchos más, han ido desapareciendo y los que quedan están botados y fuera de lugar”.

Bebimos del agua que supuraba de las rocas, totalmente limpia, demostrándonos la compleja hidrogeología de las alturas, donde cada rajadura en la roca y cada planta de ichu tienen su función filtradora y de retroalimentación de las lagunas y de las nacientes de los ríos. Por el camino íbamos identificando decenas de plantas medicinales. Los pobladores y pobladoras conocían sus nombres y sus propiedades. La sabiduría local se iba compartiendo, tal y como se ha hecho por generaciones. Mientras paseábamos libres por los paisajes altoandinos de Cajamarca, la idea de que todo eso fuera territorio privado y que tuviera que convertirse en pasivos ambientales de una mina, llegaba a parecer absurda y surreal.

El martes 27 de noviembre se respiraba un ambiente tenso en la plaza de Bambamarca. Hubo momentos en que se contaron más de 50 policías dando vueltas. En grupos de cuatro o cinco, se paseaban por las calles, se les veía comprándose ponchos para la lluvia. También varios jóvenes del Ejército hacían acto de presencia. Sobre las lagunas y el aniversario de la lucha había que hablar susurrándonos al oído y con ojos por todos los costados.

El conflicto entre el agua y el oro en Cajamarca, después de un año, está totalmente encendido. “Lo que estamos logrando es histórico”, decía en la laguna Azul, el secretario general de la Plataforma Interinstitucional de Celendín, Milton Sánchez. “Nunca antes en el país se ha parado un proyecto minero en la última etapa, ya en construcción”, señalaba.

Y es cierto, por ese motivo y por muchos otros, la lucha contra Conga es ya un hecho histórico en el Perú, pero también por ello va a ser una lucha larga y difícil. El pueblo de Cajamarca necesita la atención y el apoyo de todas aquellas personas que nos identificamos con su causa: defender la dignidad humana, escuchar y atender a la voz y la voluntad de la gente, respetar los espacios que son vitales para la generación y regeneración de la vida, como las cabeceras de cuenca; pensar en el futuro más allá del presente, entender que el valor es más alto que el precio, y que con eso, el agua está por delante del oro.

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