Escribe: Nicolás Bello
Foto: Carlos García Lazo
“Este año ha sido un año de decepciones, en comparación al año anterior, que tuvimos mucha esperanza”. Con estas palabras, Rocío Silva Santisteban abrió la XXII premiación anual de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH). La cita fue en el salón de los espejos de la Municipalidad de Lima.
Las palabras iniciales de Silva Santisteban fueron duras. Afirmó que solo este año hubo 23 muertos en conflictos sociales – 19 de ellos durante el gabinete de Oscar Valdés – “todos fallecidos por optar por la protesta ante situaciones que consideraban injustas”, afirmó la secretaria ejecutiva de la CNDH.
Tras esta introducción resaltó la labor de personas que, ante la adversidad, no dudaron en tomar acciones. Ellos fueron los premiados de este año.
El premio principal de la noche fue entregado al sacerdote franciscano Isaac Shahuano, quien a partir del 31 de mayo, y ante la fuerte represión de la policía, abrió las puertas de la Iglesia de San Francisco, en Cajamarca, a miles de ronderos y manifestantes. Desde entonces, la iglesia se convirtió en el centro neurálgico de las protestas contra el proyecto Conga.
“El pueblo de Cajamarca es muy sensible a la ayuda solidaria a las personas humanas que la necesitan en momentos álgidos como el que vivimos. Muchas personas venían del campo a hacer esta resistencia pacífica. Al verlos desamparados y en riesgo de ser atropellados por las fuerzas del orden, les dimos un refugio seguro”, relató el sacerdote con la humildad que lo caracteriza.
El premio de Periodismo y Derechos Humanos lo recibió Jorge Chavez Ortiz, quien con apenas 22 años retrató, relató y cubrió aspectos del conflicto de Conga que otros medios pasaron por alto. Sus publicaciones en el blog “Mi Mina Corrupta”, sus colaboraciones en el blog “Celendín Libre” y la cobertura radial que realizó durante las protestas le valieron una detención el mismo 28 de julio, mientras en Lima el presidente Humala pronunciaba su discurso presidencial.
“Hay historias donde lo más peligroso no es informarlas, sino dejar de contarlas”, fueron las palabras de Chavez en conversación con Número Zero. Según él, la falta de información sobre las movilizaciones lo impulsaron a salir a las calles a hacer lo que mejor sabía hacer. “Nunca creí que la labor que estaba haciendo estaba relacionada a los derechos humanos hasta que me lo dijeron, a veces sencillamente lo hacemos de corazón, sin saber la magnitud del trabajo que estamos haciendo”, afirmó.
Marco Antonio Falla, padre de Gerson, quien fuera torturado y golpeado hasta la muerte por personal de la comisaría de San Borja en abril de 2011 – y fundador de la Asociación Unidos por la Justicia – también estuvo presente. Su tenacidad en la búsqueda de la verdad sobre lo que ocurrió con su hijo le valieron una mención especial en los premios. “Esta noche nos reúne el afán de justicia, que no es más que darle a cada uno lo que le corresponde”, expresó al recibir el galardón.
Además, se realizó un homenaje a Pilar Coll, primera secretaria ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos; y a Francisco Soberón, fundador de APRODEH, quien no estuvo presente, por su trayectoria como activista. Su hija y de su esposa recibieron el galardón.
Entre los presentes se encontraban también Patricia Bazán, esposa del Mayor Bazán; Elizabeth Gonzales, esposa del mayor de la FAP Jorge Olivera Santa Cruz; Gisella Ortiz, hermana de Luis Enrique Ortiz Perea y activista del caso La Cantuta.
Foto: Carlos García Lazo
“Este año ha sido un año de decepciones, en comparación al año anterior, que tuvimos mucha esperanza”. Con estas palabras, Rocío Silva Santisteban abrió la XXII premiación anual de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH). La cita fue en el salón de los espejos de la Municipalidad de Lima.
Las palabras iniciales de Silva Santisteban fueron duras. Afirmó que solo este año hubo 23 muertos en conflictos sociales – 19 de ellos durante el gabinete de Oscar Valdés – “todos fallecidos por optar por la protesta ante situaciones que consideraban injustas”, afirmó la secretaria ejecutiva de la CNDH.
Tras esta introducción resaltó la labor de personas que, ante la adversidad, no dudaron en tomar acciones. Ellos fueron los premiados de este año.
El premio principal de la noche fue entregado al sacerdote franciscano Isaac Shahuano, quien a partir del 31 de mayo, y ante la fuerte represión de la policía, abrió las puertas de la Iglesia de San Francisco, en Cajamarca, a miles de ronderos y manifestantes. Desde entonces, la iglesia se convirtió en el centro neurálgico de las protestas contra el proyecto Conga.
“El pueblo de Cajamarca es muy sensible a la ayuda solidaria a las personas humanas que la necesitan en momentos álgidos como el que vivimos. Muchas personas venían del campo a hacer esta resistencia pacífica. Al verlos desamparados y en riesgo de ser atropellados por las fuerzas del orden, les dimos un refugio seguro”, relató el sacerdote con la humildad que lo caracteriza.
El premio de Periodismo y Derechos Humanos lo recibió Jorge Chavez Ortiz, quien con apenas 22 años retrató, relató y cubrió aspectos del conflicto de Conga que otros medios pasaron por alto. Sus publicaciones en el blog “Mi Mina Corrupta”, sus colaboraciones en el blog “Celendín Libre” y la cobertura radial que realizó durante las protestas le valieron una detención el mismo 28 de julio, mientras en Lima el presidente Humala pronunciaba su discurso presidencial.
“Hay historias donde lo más peligroso no es informarlas, sino dejar de contarlas”, fueron las palabras de Chavez en conversación con Número Zero. Según él, la falta de información sobre las movilizaciones lo impulsaron a salir a las calles a hacer lo que mejor sabía hacer. “Nunca creí que la labor que estaba haciendo estaba relacionada a los derechos humanos hasta que me lo dijeron, a veces sencillamente lo hacemos de corazón, sin saber la magnitud del trabajo que estamos haciendo”, afirmó.
Marco Antonio Falla, padre de Gerson, quien fuera torturado y golpeado hasta la muerte por personal de la comisaría de San Borja en abril de 2011 – y fundador de la Asociación Unidos por la Justicia – también estuvo presente. Su tenacidad en la búsqueda de la verdad sobre lo que ocurrió con su hijo le valieron una mención especial en los premios. “Esta noche nos reúne el afán de justicia, que no es más que darle a cada uno lo que le corresponde”, expresó al recibir el galardón.
Además, se realizó un homenaje a Pilar Coll, primera secretaria ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos; y a Francisco Soberón, fundador de APRODEH, quien no estuvo presente, por su trayectoria como activista. Su hija y de su esposa recibieron el galardón.
Entre los presentes se encontraban también Patricia Bazán, esposa del Mayor Bazán; Elizabeth Gonzales, esposa del mayor de la FAP Jorge Olivera Santa Cruz; Gisella Ortiz, hermana de Luis Enrique Ortiz Perea y activista del caso La Cantuta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario